19 noviembre 2007

EL QUE PAGA LA MÚSICA...

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Hace unos meses, la película argentina LAS MANOS nos causó desconfianza inmediata cuando en sus créditos iniciales aparecía, entre los financistas y participantes, la Fundación Presbítero J.M. Pantaleo (es decir, el protagonista de la historia). Las malas sospechas fueron totalmente confirmadas: manipulación sentimentaloide para cazar incautos del Centro Plaza y el Trasnocho.
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Lo mismo nos sucedió con LUTHER (LUTERO, Eric Till, 2003), la superproducción sobre el teólogo alemán de la Reforma Protestante (1483-1546) que protagonizó Joseph Fiennes y se exhibió hace poco en salas venezolanas.
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Ni siquiera se ha visto la primera imagen y ya salta la chispa de la suspicacia: el que pone los reales es el Thrivent Financial for Lutherans (www.thrivent.com), poderozo brazo económico de la iglesia luterana. Ergo: nada malo se iba a decir en esta película sobre Martín Lutero, por lo menos para ofrecer cierta apariencia cobeada de equilibrio. Ninguna referencia se hace, por ejemplo, al profundo antisemitismo del fraile agustino excomulgado por el papa León X en 1521.
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Bruno Ganz y Peter Ustinov, con gran dignidad, hacen lo que pueden para salvar este panfleto, pero todo sucumbe ante un guión estructurado como un cuento de hadas: los católicos son malos porque veneran falsas reliquias, venden indulgencias y fornican con prostitutas; Lutero es bueno porque le dice a la gente que sólo el amor salva. Y por supuesto, hay un final patético con cartelito de texto explicatorio: "Vivió feliz durante 16 años más", como colofón a la imagen de Don Martín al lado de su pechuguita ex monjita católica con quien se casó en 1525.
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