03 abril 2007

LA CASA DE AGUA (1984) - Jacobo Penzo

“¡Yo soy la sequía!”
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Desconozco todo acerca de la poesía venezolana e ignoro el peso del sucrense Cruz Salmerón dentro de ella. Apenas sé de él los versos de Alí Primera: “La canción de Salmerón / El que su vida cambió / Por un día de lluvia, porque su pueblo moría de sol”. Visité otra vez LA CASA DE AGUA, que ya había conocido en Betamax en los años 90. Considerada una de las mejores películas venezolanas de todos los tiempos, su poderío está 100% intacto 23 años después, a pesar de que no es nada sencillo digerir la crudeza del formato (copia de VHS muy rosqueado a DVD) y el tono declamatorio —totalmente justificado— de sus diálogos.
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¡Oh!, sorpresa para mí: el guión es de Tomás Eloy Martínez, algo de lo que no me enteré hasta este marzo de 2007, y quizás por eso anoté tantas líneas memorables en mi cuadernito de notas. “A las malas caras hay que ponerles buen tiempo” (Cruz adulto). “Tan chiquito y habla como viejo (padre de Cruz); “No soy viejo, viejas son las cosas que pasan” (Cruz niño). “Tú no eres tú, eres Manicuare” (Elba Escobar como Ana Dolores Ramos; como en toda película criolla que se precie, sus dos lindos duraznitos beben el aire libre). “Sólo tengo vida, y con eso quieren que me consuele” (el leproso desahuciado amigo de Cruz).
A través de un Franklin Virgüez intemporal, renegado y solo contra el mundo, Jacobo Penzo construye un héroe existencialista de piel cobriza que renuncia a la bohemia del poeta —porque “escribir la vida es más importante que escribir poesía”, dice— y pudre su hermosura juvenil en la militancia antigomecista. “Dios no tiene cara, cuellos, ojos ni manos; Dios tiene lepra y no se lo ha dicho a nadie”, sentencia quien ha sido abandonado por lo divino para acometer el aquí y ahora de una vida salada. La expresión “casa de agua” va adquiriendo distintos significados a medida que la película toma cuerpo: es el útero materno, es una vida llena de apariencias de cartón pintado, es la tortura en la cárcel, es el alivio contra la lepra y es la lluvia que se olvidó de Manicuare, el caserío-poeta.
Desconozco el nombre del actor que hace a Rafael José, el poeta amigo del Cruz universitario en Caracas, pero me cautivan sus facciones de cantante tanguero. Ambos son los opuestos que se complementan: Rafael, taciturno y formalista; Cruz, el vitalista empecinado que le advierte: “¿Qué perdemos con vivir, si ya todo está jugado?”.
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Sin embargo, sería un gran error concluir que los méritos de LA CASA DE AGUA se limitan a los diálogos, pues hay en ella mucho cine del bueno. Ejemplo: el montaje muy a lo Eisenstein que superpone la persecución de los esbirros a Chuíto León con las imágenes de los salineros que pican el suelo en su Siberia ártica de sol y cloruro de sodio (la escena había comenzado con un guiño al western). Chuíto y su compañero cuasi crucificados bajo el sol sucrense. Un quejido orgásmico de Ana Dolores que se funde con un sollozo de Consuelo (Alicia Plaza). La escena de Cruz enseñando a los presos a leer, que termina con una representación de desolador travestismo carcelario. En el momento en que Chuíto muere a machetazos, el montaje muestra cómo su madre (Hilda Vera) siente el dolor en el vientre. Cuando Ana Dolores recita un poema del censurado Rufino Blanco Fombona, las intrigas del público son deformadas con efectos de sonido. La música de Juan Carlos Núñez hace todavía mucho más sublime lo que ya lo es.
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Nunca he sido fanático de Hilda Vera, que Dios la guarde en su gloria. En LA CASA DE AGUA la siento poco natural. Doris Wells está más sobria y acertada en un papel pasivo por definición (Asunción León Costa). Yo hubiera eliminado la breve escena de Henry Zakka, y hubiera elegido a otra actriz en lugar de Alicia Plaza, aunque igual su papel no requería muchas luces. No entiendo del todo por qué Asunción y la mamá de Cruz sienten tanta animadversión hacia Ana Dolores, supongo que es por su contribución a que Cruz dejara a un lado una vida más apacible, aunque igual ella había intercedido para que lo sacaran de la cárcel. Amy Courvoisier, doctor de acento extranjero con una escena muy sentida. El crítico cinematográfico Rodolfo Izaguirre hace un cameo como sacerdote.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Me gustaria comprar esta pelicula, no se donde encontrarla, la he buscado sin resultado. Igual que otras peliculas venezolanas, de los años 70, 80 y 90. Podria alguien ayudarme? Gracias

Anónimo dijo...

Me ha parecido una muy buena reseña, gracias!

Acabo de ver “la casa de agua”, he quedado gratamente sorprendido y me he lanzado a buscar referencias a la Internet y así entre en tu blog.
Coincido en que esta película es una muestra de lo mejor del cine venezolano, no soy un especialista de nuestro cine, algunos esfuerzos terminan en desanimo, mis aproximaciones terminan en desencanto.

Reconozco que poseo un gusto purista y algo clasista; fina torres y “Oriana” por ej. me parecen una exquisitez; en fin! J. Penzo con esta película de 1984 nos presenta una bella historia, abierta a múltiples lecturas: amorosa, ética, moral, una reflexión a nuestro patrimonio histórico, allí donde nuestro cultural se recrea en tiempos de opresión frente a la lucha de libertad y poesía.

Unknown dijo...

aqui pueden bajar esta pelicula http://taringa.net/posts/tv-peliculas-series/7369499/La-Casa-de-Agua-_1983_-Cine-Venezolano_.html para los que quieran verla, tambien he subido otras de los 70 y 90, pronto subiré mas, pendientes http://taringa.net/perfil/gabrielduarte77

mariana dijo...

hola yo quisiera es volver a ver las novelas de doris well, como podre hacer? y excelente post gabo!!!

Anónimo dijo...

El actor que representa a Rafael José es Eduardo Gil ya fallecido quien fué investigador, actor y director de teatro, con un amplio reconocimiento público como creador y pedagogo. Estudió en Francia en el Centro Universitario Internacional de Búsqueda Teatral de la Universidad de Nancy; fundador del Taller Experimental de Teatro de Caracas, mejor conocido como el TET. En la pelicula representa al entrañable amigo de Cruz Salmeron Acosta: José Antonio Ramos Sucre el poeta insomne.