A SCANNER DARKLY (2006)Director: Richard Linklater
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Con Richard Linklater tengo un vínculo personal especial. En 2001, en mi primer viaje de gocho a Estados Unidos, tuve la oportunidad de presenciar en el inolvidable cine Embarcadero de San Francisco WAKING LIFE, experimento de Linklater en el que filmaba escenas con actores de carne y hueso y luego las convertía —a través de un programa de computadora— en dibujos animados, o mejor dicho, acuarelas animadas. No entendí una papa de los diálogos, pero visualmente aquello era todo un fume filosófico.
A SCANNER DARKLY —la están pasando en este momento en el cineclub de Directv con el título UNA MIRADA EN LA OSCURIDAD— repite la misma técnica animada (actuaciones en carne y hueso trasferidas luego a acuarelas), con la novedad de que esta vez hay rostros súper conocidos: Winona Ryder, Keanu Reeves (hacen parejita como en DRACULA), Robert Downey, Woody Harrelson y uno menos conocido que se la come, Rory Cochrane.
A SCANNER DARKLY se basa en una novela de ciencia ficción del ahora ubicuo Philip K. Dick , y se ubica más o menos dentro de siete años en el futuro, donde habrá algunas novedades: 1. la sustancia D, una droga alucinógena a la que es adicta el 20% de la población mundial; 2. los trajes codificados, utilizados por agentes antidrogas encubiertos para proteger su identidad (es como si pudiéramos llevar encima un coctel con la apariencia de toda la humanidad); 3. pantallas de edición para espiar la cotidianidad de narcotraficantes, similares al monitor de Robin Williams en THE FINAL CUT.
Éste es el tipo de películas que no sabes decir si son buenas o malas, pero que en todo caso te hacen decir: qué vaina tan arrecha. Hay que verla. El espectador potencial debe tomar en cuenta que gran parte de los diálogos son alucinaciones de drogos, lo que la convierte en una película de difícil digestión (visualmente puede causar fatiga y somnolencia). Antes de observarla finalmente completa, tuve hasta tres intentos fallidos previos. Los temas de fondo son la precaria relación sujeto-realidad, el carácter adictivo de la naturaleza humana y el control del poder sobre los ciudadanos.
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