24 julio 2007

CHINITAS CON ESCOTES WISIN Y YANDEL

Man cheng jin dai huang jin jia (2006)
(La maldición de la flor dorada)
Director: Zhang Yimou
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Me pregunto si la obsesión mamaria —quizás el centro actual de la cultura popular venezolana y occidental— se ha apoderado también de China. LA MALDICIÓN DE LA FLOR DORADA se sitúa en el año 928 después de Cristo, dinastía Tang, época en la que supuestamente las cortesanas chinas se habrían adelantado a la moda de los corsets súper apretaditos al estilo Luis XV. Habría que investigar si eso fue así de verdad. El hecho es que uno ve esta película de Zhang Yimou y se siente como en el concierto de Wisin y Yandel en el Poliedro o como en la puerta del Sambil. El despliegue tetófilo es especialmente generoso por parte de la joven actriz Li Man, que interpreta a Chan, hija del médico del emperador Ping (Chow Yun-Fat) y "pechuguita" del príncipe heredero Wan. Hasta doña Gong Li, con sus 40 y piquito de años, se lanza su despliegue de poderío militar. Para muestra, algunas imágenes:
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Hace poco leí un artículo acerca del palo parejo que había llevado Zhang Yimou por parte de los jóvenes cineastas chinos, debido a LA MALDICIÓN DE LA FLOR DORADA. Acusaron al legendario autor de SORGO ROJO y ESPOSAS Y CONCUBINAS de estar gagá (quemao) a los 55 años y de gastarse un presupuesto obsceno en una película políticamente neutra y artísticamente intrascendente.
Hacer cine en la China continental con fondos del Estado no es sencillo. A mí LA MALDICIÓN DE LA FLOR DORADA —una reflexión sobre la soledad del poder y de la guerra a muerte que destruye a una familia real que, de cara al ceremonial público, irónicamente jura "lealtad, piedad filial y rectitud"— no me parece una mala película. Pero tampoco es excepcional. Hay algo en ella que no funciona. Algunas escenas de acción voladora a lo EL TIGRE Y EL DRAGÓN están de sobra. No siento armonía entre las escenas bélicas y el desarrollo de la trama intimista de la familia real del emperador Ping. Quizás faltó más desarrollo dramático de los personajes de los tres príncipes. Se agradece que una superproducción de este tipo dure sólo 1 hora y 45 minutos, pero por otra parte, uno empieza a hacer comparaciones incómodas con el cine de largo y denso kilometraje del difunto maestro japonés Akira Kurosawa.
Y Gong Li es majestuosa, sí, pero tan fría e inexpresiva... Chow Yun-Fat se la come interpretativamente y también en el argumento, donde es el más vivo en la hora de las ratas. Se ve imponente cuando medita en su sauna.
Entre cine y DVD he visto esta película como dos veces y media en 2007, y todavía me sigue retumbando en la mente la inquietante música de los sirvientes que anuncian las horas del día en el palacio de la Ciudad Prohibida de Pekín: la hora del tigre, del conejo, del mono y de la rata (la medianoche; esto no se le olvidará de ahora en adelante).
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LOS TRES PRÍNCIPES DE LA CORTE DEL EMPERADOR PING:
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1. WAN (interpretado por Liu Ye): el primero en la lista de sucesión. Débil de carácter, blandengue, cobarde, sin personalidad. Arma un escándalo por un amor que resulta ser incestuoso, cuando viene de una corte donde se vale todo en aquel sandwich de salchicha, como diría Calle 13.
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2. JAI (Chou Jay): mi personaje favorito. El más brillante militar entre los tres príncipes. Noble, leal, coherente, apuesto y guerrero templado, aunque estratega algo ingenuo, según él mismo lo reconoce.
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3. YU (Qin Junjie): el menor de los príncipes. Un mariquito. No encuentro mejor palabra para definirlo. Adolescente insolente, insoportable y mosquito muerto. Chow Yun-Fat le da una pela de Padre y Señor Nuestro que es una de las vainas que uno más goza y disfruta en esta película.
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Abajo, una de las secuencias que más me impresionaron de LA MALDICIÓN DE LA FLOR DORADA: Chow Yun-Fat se desmelena olímpicamente en cámara lenta cual cuña de champú Sedal luego de usar su peineta como arma de muerte.

Nota: estuve buscando en Google acerca del supuesto Hongo Negro de Persia, que vuelve loca a largo plazo a la persona que consuma una dosis diaria de apenas dos gramos. No encontré nada, por lo que parece más un ingrediente de las pócimas de Gargamel que una realidad botánica iraní. Pero seguiremos investigando.

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