"La inexpresividad se hace total y sólo queda el valor de la expresión gráfica, que es poco. Se vuelve una tortura para el espectador. Además el texto es imbécil". (Alfredo Roffé, acerca de la película 300, en la columna El dedo en el ojo, Últimas Noticias, jueves 22 de marzo de 2007).
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Me pregunto con frecuencia por qué la crítica cinematográfica tradicional suele reaccionar con tanta virulencia ante películas que apuestan decididamente por la contundencia visual. ¿Temerá este tipo de críticos, muy en el fondo, que sus herramientas rígidas de análisis queden obsoletas, mientras se llenan la boca arremetiendo contra la generación boba que no lee libros y se emborracha de imágenes? Así pasó con ROMEO + JULIET de Baz Luhrmann, con BRAM STOCKER'S DRACULA de Francis Ford Coppola, con THE CELL de Tarsem Singh. Para este tipo de películas, se acostumbra sacar un adjetivo descalificativo de la manga teórica: efectistas.
Para mí, son ofrendas de generosidad visual. Este sábado vi 300 por segunda vez (a la 1:45 pm en la sala 5 del Galería Ávila), luego de una función de prensa el pasado jueves, y de nuevo me siento reconfortado y poderoso en mi occidentalidad. Lo sé. Se acusará a 300 de contar con personajes estereotipados de cartón, en vez de personajes de carne y hueso. A mí mismo no me cuadró del todo la escena sexual entre Leónidas y su reina, quizás demasiado soft porno. Igual defiendo con militancia a 300. Sacaré la espada y la lanza por ella, y pondré mi escudo para protegerla.
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La denuncia más ridícula que se escuchará contra 300 es que es un fraude contra la historia. Me pregunto: ¿quién fue el reportero de CNN que estuvo allí en la batalla de las Termópilas en el 480 antes de Cristo, para que nos eche el cuento de verdad? Ni siquiera existen pruebas arqueológicas de peso acerca de la existencia de Esparta (Ojo, acotación posterior: de la existencia de la Esparta idealizada como modelo de virtud, no de la Esparta histórica que derrotó a Atenas en la Guerra del Peloponeso). ¿Y qué importa? Su leyenda de disciplina, austeridad, profesionalismo y laconismo late vibrante en nuestro depósito cultural.
300, a mi juicio, reivindica el valor de la oralidad, y de la oralidad como deformación de la realidad. Grecia, es decir, Occidente y su racionalidad, estaba a punto de ser aplastado, lo que hubiera cambiado radicalmente lo que hoy somos. Para sobrevivir ante los persas, los griegos necesitaban no sólo espadas, sino narraciones épicas. Deformaciones que exaltaran lo propio y aniquilaran al otro, al bárbaro, al no-griego (no-humano): en ambos casos, deformaciones. ¿Existió Leónidas? ¿Fue realmente tan vergatario? ¿Fueron 300 los espartanos que se enfrentaron a un millón de persas? ¿Y qué importa? Toda historia es deformación, sobre todo cuando es transmitida oralmente. En este caso, la deformación es asunto de vida o muerte. Por eso la peor amenaza que puede hacer Jerjes a Leónidas es que Esparta será borrada para siempre del recuerdo colectivo. Si hay algo que me fascina de 300 es el deleite de su deliberada deformación orientalista. Todo lo persa-oriental es circense, burdelesco, distorsionado: elefantes, rinocerontes, gigantes, perspectivas, colores de piel, placeres, joyas, cabras. Es Jerjes, el Dios-Rey del piercing facial, a quien un amigo comparó acertadamente con una drag queen.
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Mientras tanto, todo lo espartano es rectitud, vigor, perfección, pectorales de gimnasio, abdominales de Cri-Cri. La imagen que más me perturbó de 300 es aquella en la que el precioso efebo Astinos (Tom Wisdom) muere decapitado por un efectivo de la caballería persa que le sorprende de espaldas (su padre, por el contrario, reacciona luego con la desmesura y el odio, e infringe las normas del belicismo espartano). Es la derrota momentánea de lo bello. Aquel cuerpo decapitado que se derrumba es una estatua griega que queda destruida para siempre, pero que se hace inmortal como legado cultural a través de los siglos. Eso somos. Recuerdo una vez que discutía en bachillerato sobre la primera guerra del Golfo Pérsico con Cabrera, un compañero de clases de origen canario muy peculiar. Y aunque Cabrera era de tendencias izquierdistas y alzaba una flor para ofrecerla a la policía en las manifestaciones en el liceo Andrés Bello, me dijo aquel día: "Voy a Estados Unidos. No me queda otra: soy de Occidente". Suena reaccionario y determinista, pero es un tema para meditar.
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También hay chistecitos sobre los interiores Speedo de los espartanos de Léonidas en 300. Si yo hubiera sido Zack Snyder, los hubiera puesto desnudos, haciendo caso estricto a las enseñanzas sobre Grecia que me impartió el profesor Carlos Luis de Armas en la UCAB. Vamos. La hermosura de cualquier sexo es un deleite. Es impresionante, por ejemplo, la belleza física y la serena masculinidad de Gerard Butler como Leónidas.
"Parece una película hecha en computadora", se escuchará sobre 300. Cierto y falso. Si hay algo que me agradó de 300 es que hay un equilibrio entre lo digital y lo óptico. Por ejemplo, el uso de las perspectivas deformadas en las tomas que involucran a Jerjes y sus emisarios, de manera similar al tiránico universo onírico del asesino en serie en THE CELL. Yo me siento afortunado de vivir en una época en la que se pueden hacer películas como 300, que son conquistas en el recorrido hacia la emancipación visual.
La pregunta gafa: ¿Por qué carajo le pusieron Nueva Esparta al único estado insular de Venezuela, siendo las virtudes espartanas tan contrastantes con lo que uno experimenta, por ejemplo, cuando está echado en Playa El Agua buceando carajitas en topless?
10 comentarios:
La película es demasiado buena, y la verdad que , y hablando en criollo me saca la piedra los bocazas que la critican, ya les doy caña yo en mi blog , la vi este domingo y lo mas seguro qes que la vuelva a ver de nuevo, se lo merece
Saludos
Gracias por tu comentario, Fernando. Efectivamente, hay críticos que todavía piensan que estamos en la época de Lo que el viento se llevó. Le tienen pánico a lo que no comprenden.
No sé, no comparto la emoción de mis estimados. Formalmente, la peli es inobjetable, pero de los contenidos, mejor ni hablar. Encuentro redudante y obvia la voz en off. La visceralidad conservadora del texto, me resulta discutible. Es raro que una película tan ortodoxa en su temática, se venda con un empaque así.Los trescientos caballeros defienden ideas marciales de Gorilas, sin ninguna originalidad argumentativa.El maniqueismo del guión resulta bobalicón, anacrónico y lamentable, llegando a justificar acciones bochornosas. Las únicas alternativas que se nos imponen al mundo blanco y negro de Leónidas, son las que proponen una pila de seres abyectos, condenados semióticamente, todo para darle la razón a la tesis pentagonista del personaje central, en la clásica manipulación de ellos contra nosotros.Creo, en definitiva, que es una película de rearme moral, propia de esta época reaccionaria, propia del cine en la era del nuevo siglo americano.
Tu lectura política me parece acertada y es llamativo que la película aparezca en un momento político de particulares tensiones entre Oriente y Occidente; hay que recordar que los antiguos persas no son otros que los actuales iraníes. Me pregunto si Zack Snyder esatba consciente de todo lo que hablamos.
Incluso apoyando tu tesis política, me parece interesante la exacerbación de la brecha de incomprensión Oriente-Occidente, llevada a su extremo. En este sentido se emparenta con BORAT. Eso también es una forma de coraje, aunque no lo compartamos desde nuestra perspectiva.
Para mí, insisto, el valor de la película está en subrayar que todo relato histórico siempre es una deformidad. Tampoco sé si Snyder quería realzar eso, lo dudo.
Tu comentario es válido para matizar nuestro entusiasmo muy juvenil, que yo sigo experimentando.
¿Querría Snyder subrayar que siempre será imposible la coomprensión mutua entre dos civilizaciones enfrentadas? ¿Que en el fondo siempre tomamos partido, muy a pesar de nuestro humanismo? Lo dudo, pero ahí les dejo esa perla. La idea del blog es generar debate y por eso respeto mucho la contribución de Sergio.
Yo más bien me pregunto (y eso que no he visto la película porque todavía no se ha estrenado comercialmente en mi país, aunque hay un par de reseñas en mi blog) por qué nadie hace hincapié en el cómic, que surgió a partir de una película del 62. Esa es la fuente (la peli y el cómic posteriormente).
A mí me encanta ver películas que sean un regodeo para los ojos, sólo que el discurso debe tener una altura semejante, sino me parecerá desbalanceada.
Igualmente, esperaré a verla para volver a comentar en tu blog y en el mío.
Gracias, Liliana, tienes razón, hay un material original que por lo menos para mí es 100% desconocido, aunque la película hace referencia a un hecho histórico, público y notorio.
Una cosa más, y luego me callo: la película es 100% fiel a la mentalidad griega con respecto al extranjero. Las polis griegas se percibian entre sí mismas como supongo que se ven Argentina y Uruguay: se odian, pero saben que en el fondo son hermanos que se unirán ante un enemigo común.
Ahora, el no-griego era no-humano. Eso era 100% así, aunque suene muy fuerte. Los griegos no consideraban humanos a los persas.
Yo mismo me contradigo porque he dicho antes que no le doy valor al verismo histórico, pero quizás por eso 300 no me escandalizó, porque me consta que un aspecto de la cultra griega era la no consideración humana del extranjero.
Me pregunto: ¿es esta base de intolerancia un aspecto que heredamos en general los occidentales?
Yo creo que estamos muy susceptibles por esa división entre Oriente y Occidente. No puede ser de otra manera, pues nos vemos amenazados, en peligro constante, en fin... Pero lo que sí era cierto es que para los griegos y para los romanos (vamos, para el mundo occidental) todo lo habitaba más allá de los Urales eran "bárbaros", que para ellos, además de desconocidos, eran "extranjeros". Y sobre esos extranjeros se deben haber construido los mil y un mitos. De la misma manera que antes de que descubrieran América, creían que el mundo se terminaba al finalizar las Canarias.
Ahora bien, bárbaro no es inculto, es extranjero... y lo demás, es un imaginario que tiene que ver con la mente de los occidentales. Puede ser que eso esté bien representado en la película.
Ahora, dentro de la polis griega, los atenienses eran los cultos y los espartanos los guerreros. No sé si se odiaban, tenían intereses diferentes (como los que tenemos los argentinos y los uruguayos; pero debo aclararte algo, no existe odio entre estos dos países, sino un sentimiento de hermandad actualmente algo nublado por intereses que no son de ellos ni nuestros, sino ajenos, como suele pasar por estos lados).
Un abrazo desde Baires.
Totalmente de acuerdo con Liliana con respecto a la adaptación del comic. En tal caso, si fuesen fieles a la "historia" también hubiesen participado mujeres, ya que las Espartanas eran guerreras conocidas. Es fantasía, gusto espectacular, posibilidades tecnológicas y orgasmo visual. Además, muchas veces como críticos dejamos de disfrutar una película por ataques de intensidad incomprensibles. Exageramos en análisis, sin darnos el permiso de ver que Oriente y Occidente somos contrarios histórica y culturalmente hablando. Si los iraníes hicieran su propia versión de 300 seguramente Leónidas sería el malo y la capa roja, algo similar a las franelas de los trabajadores de la Alcaldía de Libertador...
(http://en.wikipedia.org/wiki/300_(comic_book)
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