27 mayo 2007

15 AÑOS DEL MÁS SUBLIME DESPECHO

"He cruzado océanos de tiempo para encontrarte..."
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Todos tenemos una película que podemos ver 500 veces sin cansarnos nunca. La mía es BRAM STOKER'S DRACULA (1992), de Francis Ford Coppola, de cuyo estreno se cumplirán 15 años el próximo noviembre. Por lo menos tres funciones seguidas en el cine Broadway me metí aquella primera vez. Un clásico de los románticos trasnochados y de los despechados inconsolables, con un reparto de lujo (Gary Oldman, Anthony Hopkins, Winona Ryder y Keanu Reeves). No es una película de terror, ni de vampiros. Es una película sobre la sensibilidad romántica; romántico no en el sentido de romance amoroso, sino de la corriente artística y literaria del siglo XIX, en cuyo contexto, fuertemente influido por el nacionalismo y el regreso a la naturaleza y lo gótico-medieval, nacieron las novelas de horror de Bram Stoker o Mary Shelley.
"Tuve la sensación de estar saliendo de Occidente para entrar en Oriente", escribe el agente inmobiliario Jonathan Harker (Reeves) al atravesar Transilvania, "el más bello lugar de la creación", ubicado en la actual Rumania. Una frase clave. Todo en BRAM STOKER'S DRÁCULA es fascinación, idealización y deformación de lo oriental; de esa franja de la Europa Oriental que anhela ser aceptada por la Europa Cristiana, pero que al mismo tiempo es asiática en esencia. Gary Oldman domina toda la película con su inglés pausado de acento rumano y gutural. El trabajo del diseñador japonés Eiko Ishioka con el vestuario orientalizado que usa Oldman es otra clave para comprender la que, a mi juicio, es una de las piezas definidoras del lenguaje audiovisual de los años 90.
Sobre estas líneas coloco algunas imágenes de mi escena favorita de BRAM STOKER'S DRACULA. El recién llegado príncipe rumano Vlad de Sagite, extremadamente anacrónico y extravagante en su apariencia física, pasea por las calles de Londres, donde trata de impresionar visualmente a Wilhelmina Murray, Mina (Ryder): larga melena rizada, bigote de Willie Colón, anteojos de color azul, sombrero de copa desproporcionada. Un perfecto pavo real (Coppola hace en su película varias referencias a las plumas de la cola de esta ave). No puedo olvidar a Vlad llamando mentalmente a Mina: See me. See me now (que difícil es hacer que una mujer desconocida te mire en la calle). El juego de la seducción. I am your servant, subraya él. Soy un príncipe, pero también tu vasallo.
La escena comienza con un homenaje a la textura de los inicios del cine; y Vlad invita a Mina a una sala de cine, un espectáculo que para él es ciencia, y para ella, chabacanería. Un lobo blanco que escapó del zoológico de Londres entra en la sala, se arma un tumulto, Vlad intenta hacer suya a Mina, desmayada, pero se contiene. Luego Vlad amansa al lobo blanco con una orden en rumano e invita a Mina a que lo acaricie.

Otra de las grandes escenas de BRAM STOKER'S DRACULA: toda la secuencia inicial que se desarrolla como un cuento idealizado y esquemático en la Transilvania amenazada por la invasión otomana. "El año: 1462. Constantinopla ha caído...", comienza una voz en off que 15 años después no puedo sacarme de la mente. Diálogos en idioma rumano y un cielo permanentemente rojo. El príncipe Vlad, de la Orden de Draculea (Dragón), reacciona ante un Dios tremendamente injusto.

La escena de la boda cantada de rito católico ortodoxo entre Mina y Jonathan.


Vlad y Mina lloran al recordar la historia de Elisabeta, la princesa rumana que se suicidó cuando le comunicaron la falsa noticia de que su príncipe había muerto en combate tratando de contener la entrada del ejército otomano en la Europa Cristiana. Vlad convierte las lágrimas de Mina en diamantes. Luego, Mina y Vlad bailan entre velas: un frágil y fugaz momento de felicidad absoluta para dos amantes imposibles: "He cruzado océanos de tiempo para encontrarte...".

La música de Wojciech Kilar... No tengo duda de que se trata de una de las grandes bandas sonoras de los años 90. Las imágenes que coloco arriba son de un momento visual-musical magistral y tiernísimo. Vlad y Mina hacen el amor. Él abre su pecho para ofrecerle a ella su sangre, que la dará a ella la vida eterna, pero también el sufrimiento eterno. Vlad titubea porque no quiere condenarla para siempre, pero Mina pica adelante y acepta el pacto venéreo. Los amantes se abrazan.

BRAM STOKER'S DRACULA fue una de las películas que lanzó a la fama internacionalmente a la italiana Monica Bellucci, quien interpretó a una de las "diablas" aliadas del príncipe Vlad.

Una secuencia con una imagen subliminal: el rostro de Gary Oldman aparece instantáneamente superpuesto sobre un hombre monstruo que ha poseído violentamente en medio de una tormenta a Lucy, la mejor amiga de Mina.

Vlad lee la carta en la que Mina le anuncia que se va a Rumania para casarse con Jonathan, con lo que pone punto final a sus coqueteos con su exótico nuevo amigo. Un dolor insondable para el príncipe.
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Una cita: "Civilización y sifilización siempre han avanzado juntas" (Anthony Hopkins en el papel de Abraham Von Helsing).
Un detalle delicado: la canción "Love song for a vampire" de Annie Lennox en los créditos.
Lo prescindible: todas las escenas del músico Tom Waits interpretando a Renfield, el enajenado que come insectos.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Mi secuencia preferida es la del inicio. Just perfect

Anónimo dijo...

Por que esta película le gusta tanto a cierto tipo de gente...?

Anónimo dijo...

No se, pero he descubierto a los imbeciles como tu, en general, no les agrada.

arqiria dijo...

Esta peli es lo maximo...yo la adoro..por todo lo que TU describes...a mi me conquistó con la idea de l amor mas allá de los tiempos..con la reencarnación y el alma gemela...una historia verdadera de amor...Además, el papel de Gary, su interpretación , no logra masque hacer que te enamores de Dracula...