17 mayo 2007

NUEVOS SIMBOLISMOS CON CIERVOS

STEPHANIE DALEY (2006)
Directora: Hilary Brougher

El entorno parece ser Utah, el estado de los mormones, del esquí y también del festival de cine Sundance, de donde proviene esta película de denuncia pro-femenina. Un sobrio manifiesto a favor del aborto. Lydie Crane (la pelirroja huesuda Tilda Swinton; protegida de Derek Jarman, diosa de la movida queer y siempre garantía de selectividad fílmica), psicóloga forense de la fiscalía con 7 meses de embarazo, interroga a Stephanie Daley (Amber Tamblyn), adolescente acusada de haber asesinado a su bebé prematuro.
Un abismo las separa.
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Lydie, una profesional hecha y derecha, altiva en su laicismo, casada, aparentemente estable en lo emocional y sentimental.
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Stephanie, hasta hace muy poco una niñita que jugaba con ramitas y sapitos. En las fiestas, se esconde en algún rincón, como yo en mis tiempos. Insegura, tímida, sin recorrido, de muy limitada expresión verbal, educada para la represión y la sumisión en un contexto religioso conservador, donde se propugna que el mejor método anticonceptivo es la abstinencia. Su padre es un adicto a Internet, y su madre, una tostie-arepa. En su casa nunca se habló de sexo. Ella quedó preñada como una boba en una rumbita de carajitos asquerosos.
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La posición de Lydie sobre su interrogada Stephanie es de franca superioridad intelectual. Como quien resuelve un caso del montón.
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STEPHANIE DALEY es una película muy acerca de las sensaciones de Lydie en su embarazo. Casi siente uno sus bochornos, su torpeza, sus ganas constantes de orinar, su vulnerabilidad, su creciente inseguridad ante las sospechas sobre la posible infidelidad de su esposo Paul (Timothy Hutton). A medida que los 90 minutos de metraje avanzan, nos damos cuenta de que la posición de la psicóloga no es tan sólida como parecía al principio. Que su embarazo es, en cierto modo, una apuesta algo dudosa para salvar un matrimonio que viene cojeando un poco, y también una respuesta de un sentimiento de culpa luego de otro embarazo fallido previo.

Sentimiento de culpa: otro concepto clave en esta película. La última escena iguala a Stephanie y Lydie, al principio tan separadas. Un documento de solidaridad y de superación de una culpa heredada de una tradición machista.
Luego de THE QUEEN de Stephen Frears y de THE DEER HUNTER (que vi por primera vez hace unas semanas), estoy un poco saturado de los simbolismos con ciervos. En STEPHANIE DALEY hay tres escenas en las que aparecen ciervos, y es obvio que Hilary Brougher algo pretende comunicar:
1. Ciervo muerto a la orilla de una carretera por la que maneja Lydie.
2. Ciervo que asusta a Stephanie cuando se acerca furtivamente de madrugada a la casa del chamo subnormal que la dejó embarazada.
3. Lydie atropella a un ciervo con su rústico luego de una pelea con su esposo y una amenaza de parto prematuro.
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La cabeza no me da. ¿El ciervo es un símbolo de la muerte que escapa a nuestro control, de lo accidental? ¿Es la inocencia? ¿Es la naturaleza acorralada por la superpoblación humana, producto de traer tanto carajito al mundo en condiciones deplorables? Bueno, podré vivir sin saberlo, e igual disfrutar la credibilidad casi inmaterial de la huesudísima Tilda Swinton.

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