"In-com-pren-si-ble", como decía Miguelángel Landa en Bienvenidos. Siglo XXI adentro, mientras el país se cae y la orden es tomar a la CANTV por asalto, una tontísima empleada de la Fuller sueña con casarse de velo y corona (una chama así sólo existe hoy en la imaginación del director Carlos Villegas), y luego de 90 minutos en los que sus grandes ojos marrones reflejan sus desengaños y emanan perlas negras que se deslizan por sus mejillas —Yordano dixit—, descubre, al borde del mar Caribe y con sus lindos bates al aire, que el destino no existe y que "no tiene nada que perder". Claudia es interpretada por Daniela Bascopé, que enseña las lolas de manera gratuita en una película venezolana: ¡bienvenida al club, Elba Escobar da una recepción en tu honor!; la entrevistarán en la revista Ronda y declarará: "El desnudo era totalmente justificado y artístico". De Claudia está enamorado solo Salvador (Roque Valero), un enigmático forense cojo y lírico. Pero Claudia está enamorada sola de Juan Montero (Jerónimo Gil), un cantante de baladas a lo Henry Zakka. Y Juan está enamorado solo de Perla (Dad Dager, nuestra Holly Hunter criolla). Caridad Canelón es la Caridad Canelón de toda la vida, con la salvedad de que dice un par de groserías que no le salen de manera natural. Una visión falseada y pobre del mundo burdelesco y de los hoteles mataderos, con los tópicos de siempre: la poceta no tan sucia, el canal 3 en la TV, la parejita desesperada (un cameo de Lourdes Valera y Luis Alberto Lamata). ¡Oh, descubrimos que la Bascopé se echa agua oxigenada en los brazos y que todavía hay tipos que usan cámaras Polaroid! Líneas estelares de la Bascopé: "Es raro sentir que se mata a alguien, ¿verdad?". Intertítulos cada media hora sobre fondo negro para darle su toque "posmo" a la narración: "La suerte". "El corazón". "El destino".
Algunas cosillas interesantes. Las actuaciones de los veteranos Aníbal Grunn como el perro de presa Salas, Julio Mota como el gandolero y Jesús Monserrat como Nemesio; con ellos tres de protagonistas, AL BORDE DE LA LÍNEA era mil veces más interesante. Ciertas tomas de interés geo-espacial: los planos de ubicación del hotel El Crepúsculo de Venus y una gasolinera que se parece a la que está en la entrada de Lecherías, llegando por la Autopista Regional del Centro. La escena final supongo que es por los lados de Los Caracas-Anare. Pero mi impresión es que AL BORDE DE LA LÍNEA está en estado de coma antes de nacer por su "idea" principal. ¿Quién aprueba estos guiones, por qué tamiz pasan? Mientras tanto, Alejandro González Iñárritu anda por ahí con BABEL. Luis Urbaneja, un pana brillantísimo que escribía en la revista Encuadre, tenía una explicación. En México, los cineastas no reniegan de su pasado clásico. A Carlos Villegas y al resto de nuestros amigos de la generación ELIPSIS deberían encerrarlos y obligarlos a ver LA QUEMA DE JUDAS, JUAN TOPOCHO, LA EMPRESA PERDONA UN MOMENTO DE LOCURA o EL ILUMINADO de Jesús Enrique Guédez.
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