Dicen que uno no debería escribir de lo que no vale la pena, pero hubiera pagado para no ver AZUMI 2. Te arruina toda la mitología, las sensaciones, la infatuación y el encandilamiento visual de AZUMI, de la que hablé con agrado unos días atrás, y lo que más lamento es que, si vuelvo a ver algún día la primera parte, ya no la disfrutaré tanto debido al mal sabor que me dejó esta secuela (cuyo director ya no es Ryuhei Kitamura, lo que se nota de inmediato aún sin saber leer los créditos en japonés). El guión es flojo en alto grado, sin inspiración ni vuelo épico, y deja muy malparada a nuestra heroína principal, como un barquito sin rumbo de vida y con las velas flácidas. La imagen con la que se despide la película es francamente pésima, con un riachuelo de sangre dibujada digitalmente. ¡Puaj! En lo estético tampoco hay mayor realce ni novedad.
Con todo, destacaría un par de cosillas. El terrible team de villanos de los Uenokogashu (la ninja-madame Kunio, el malandro gigante con pinta de rapero mexicano Ropka y la Araña Negra) es bastante divertido e impresionante. La escena del combate de las telarañas envenenadas entre Azumi y la Araña Negra es la mejor de la película, por primera vez en la saga uno percibe real peligro alrededor de nuestra virginal heroína. Tampoco puedo sacarme de la mente el sonido de Azumi pronunciando con su vocecita de no-rompe-un-plato: "¡Naaaa-chiiiii!".
El consejo nunca escuchado: "Azumi, ¡sé feliz!".
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