28 abril 2007

MARIE ANTOINETTE (2006) - Sofia Coppola

Hace unos meses, National Geographic publicó un artículo sobre la revolución en Venezuela firmado por Alma Guillermopietro, cuya imagen de tapa era bastante manipuladora: se mostraba a la ex miss Amara Berroeta (muy poco glamorosa y con cierto gigantismo patológico, por cierto) y a un grupo de amigas gozando un puyero en una discoteca de Las Mercedes, con el mensaje implícito: "Vean como se divierten los sifrinos venezolanos mientras la mayor parte de la población vive en pobreza". No voy a rumbear a Las Mercedes, pero desde que el mundo es mundo, la gente con ciertos recursos se va los viernes de noche a divertirse, y eso es en todos lados del planeta. MARIE ANTOINETTE es una película sobre el hedonismo; sobre el sabrosísimo placer del hedonismo; sobre lo precario y poco sustentable que es el hedonismo en un mundo donde siempre hay más demanda que oferta; y sobre el resentimiento que despiertan los símbolos del hedonismo. Cuando ves MARIE ANTOINETTE, te acuerdas de aquel rumbón que montaron los Cisneros poco antes del 27-F de 1989. Seguramente el rumbón no era la real causa de los problemas económicos del país, así como los gastos suntuosos de Marie Antoinette son sólo una mínima porción del mal manejo de las finanzas en la Francia del siglo XVIII. Pero el lujo de la reina es la cabeza de turco visible. MARIE ANTOINETTE es muy fuerte y ácida en el sentido de mostrar a las turbas empobrecidas como una masa distanciada, anónima, gritona, amorfa y hasta invisible, una caricatura de turbas, mientras por otra parte se nos despliega todo el colorido de los zapatos y los postres de la corte de la reina.
Por eso es un poco una película sobre la naturaleza humana, sobre la hipocresía, sobre la realidad de que siempre hay una casta social con privilegios, y que las revoluciones no hacen más que cambiar una casta por otra nueva. (y aunque suene cruel, las castas con privilegios son las que salen en los libros de historia y protagonizan películas). En el fondo, la mayoría de nosotros, muy en nuestro subconsciente, no deseamos modificar el estado de cosas para que haya más igualdad general, sino que nos conformamos con escalar al penthouse. ¿Quién le diría que no a una vida de saturación de los cinco sentidos como la de Marie Antoinette? ¿Si nos pusieran a escoger entre ser Mario Silva o ser Chiquinquirá Delgado, qué elegiríamos? No es casual que Sofia Coppola haga MARIE ANTOINETTE en un momento histórico en que uno siente que el Primer Mundo vive en una burbujita de bienestar siempre a punto de reventar, y cuando el calentamiento global vaticina futuras catástrofes sociales en los continentes más pobres.
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Tuve a MARIE ANTOINETTE varios meses esperando en la congeladora, sin decidirme a verla. Quizás intuía que, luego de todo el inabarcable universo de sentimientos que me dejó LOST IN TRANSLATION, experimentaría una ligera decepción con una película de época de Sofia Coppola. Y tengo que decir que MARIE ANTOINETTE no es mi película favorita de Sofia. LOST IN TRANSLATION era atmósferas, pero también la esencia humana de Bill Murray y Scarlett Johansson, y la interacción entre ambos. MARIE ANTOINETTE se queda sólo en las atmósferas, y no hay ninguna relación interpersonal memorable. Tampoco pude evitar comparaciones desfavorables con los experimentos de fusión tempo-cultural que ha hecho Baz Luhrmann. La banda sonora es antológica y con sentido de recopilación de un período cultural, como siempre en Coppola, aunque llega un momento en que el regodeo musical se me hace excesivo, como si se trataran de compensar otras carencias. Pero lloré cuando estalló "Plainsong" de The Cure en la escena de la coronación de Luis XVI (el álbum Disintegration es uno de esos materiales que deberán escuchar obligatoriamente quienes excaven en las ruinas de nuestra civilización), una voz en mi interior exclamó acerca de Coppola en ese momento: ¡Ésta es mi galla! ¡ÉSTA ES LA MÍA, NOJODA!
¿Alguna vez han conocido una de esas chicas que dicen el 31 de diciembre: "¡Saaaaama! ¡Maricaaa! ¡Vámonos a la playa a ver el amanecer del año nuevo!"??? En MARIE ANTOINETTE hay una escena muy similar. También me da mucha risa todo ese período luego de su primer embarazo en el que la monarca austríaca quiere vivir una "nota ecológica" en su retiro campestre, igualita a esos carajos que exclaman con ingenuidad: "¡Saaaamo, me quiero casar en Choroní, tremenda boda ecológica!", mientras el rancho arde en el planeta por los efectos irreversibles de la industrialización. Pero quien no haya experimentado el encanto de lo banal, o quien nunca haya sentido el fuego de la envidia al fisgonear los placeres de los banales, que dé un paso al frente para comenzar la lapidación colectiva.

AZUMI 2 (2006) - Shusuke Kaneko

Dicen que uno no debería escribir de lo que no vale la pena, pero hubiera pagado para no ver AZUMI 2. Te arruina toda la mitología, las sensaciones, la infatuación y el encandilamiento visual de AZUMI, de la que hablé con agrado unos días atrás, y lo que más lamento es que, si vuelvo a ver algún día la primera parte, ya no la disfrutaré tanto debido al mal sabor que me dejó esta secuela (cuyo director ya no es Ryuhei Kitamura, lo que se nota de inmediato aún sin saber leer los créditos en japonés). El guión es flojo en alto grado, sin inspiración ni vuelo épico, y deja muy malparada a nuestra heroína principal, como un barquito sin rumbo de vida y con las velas flácidas. La imagen con la que se despide la película es francamente pésima, con un riachuelo de sangre dibujada digitalmente. ¡Puaj! En lo estético tampoco hay mayor realce ni novedad.
Con todo, destacaría un par de cosillas. El terrible team de villanos de los Uenokogashu (la ninja-madame Kunio, el malandro gigante con pinta de rapero mexicano Ropka y la Araña Negra) es bastante divertido e impresionante. La escena del combate de las telarañas envenenadas entre Azumi y la Araña Negra es la mejor de la película, por primera vez en la saga uno percibe real peligro alrededor de nuestra virginal heroína. Tampoco puedo sacarme de la mente el sonido de Azumi pronunciando con su vocecita de no-rompe-un-plato: "¡Naaaa-chiiiii!".
El consejo nunca escuchado: "Azumi, ¡sé feliz!".

27 abril 2007

25 abril 2007

FUR (2006) - Steven Shainberg

Diane Arbus trabaja como asistente en el estudio de fotografías de moda de su esposo, a finales de los años 50. De vez en cuando juega canasta con tipas de nariz levantada. Diane deja entrever atisbos de una reprimida sexualidad exhibicionista, lo que nos habla de sus deseos de mostrarse como persona en un sentido más amplio. Diane Arbus quiere salir a conocer el mundo, ver palacios, tumbas, playas, gente: nada novedoso en una mamá y ama de casa enclaustrada.
Pero Lionel Sweeney, su misterioso amigo del apartamento de arriba, le enseña que, antes de conocer al mundo, Diane debe conocer primero UN MUNDO. Uno solo, pero conociéndolo a fondo, con sus cloacas, sus miserias y sus picos sublimes. Lionel Sweeney, el tipo extraño afecto a las máscaras y a las pelucas —la ventana hacia todo un universo paralelo a la normalidad burguesa—, es su maestro de iniciación. El que le enseña a ser una señora de la noche. El que le enseña que lo que más te atrae es lo que más te aterroriza. Lo weird, como dicen los gringos.
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FUR es una película sobre ser fotógrafo, y sobre los profanos que hemos agarrado una camarita de tres lochas con la intención de ejercer la fotografía.
Es bien llamativo que prácticamente durante toda la película —una biografía libre de una fotógrafa— no veamos a Nicole Kidman haciendo fotos; la cámara siempre está apartada a un lado, a la espera. Una cámara-paciencia. Porque FUR es sobre el proceso de preparación que debe existir antes de disparar el obturador. Ser fotógrafo no es comprarte un teleobjetivo carísimo y ponerte a un kilómetro de distancia para espiar la realidad. Ser fotógrafo no es andar por la calle con una cámara de teléfono celular agarrando a la gente desprevenida. Lo que te dice FUR, de alguna manera, es que no puedes hacer un retrato y salir indemne. Para hacer un buen retrato, tienes que conocer al retratado. Sumergirte, exponerte, involucrarte. Y también desnudarte. No le puedes pedir al retratado que se desnude si no te desnudas tú.
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FUR es también una película sobre pelos. Los pelos en sus dos vertientes: por un lado, el cabello humano es sinónimo de vanidad, de nuestro deseo de ser bellos y diferentes. Sin embargo, el pelo también oculta, tapa y obstruye. Tapa cañerías, tapa rostros e incluso puede interponerse en un amor.

Este es el tipo de película en el que uno siente que, si revela cierto secreto, le va a quitar un gran placer al espectador que no la ha visto. Hay un actor en esta película que nunca antes fue santo de mi devoción, que fue centro de un gran escándalo hace unos años, sirvió de carroña a la prensa del espectáculo y estuvo tras las rejas. En cierto modo, en FUR tiene el papel de su vida, una mezcla entre un aristócrata europeo del siglo XIX y una de las criaturas del Mago de Oz. El hecho de que este actor cargue ahora encima toda la sabiduría de haber regresado del abismo tiene que ver mucho con la esencia de FUR como película. Con un universo de enanos, gigantes y otros deformes al que él sirve de San Pedro con sus llaves de un bello infierno.
FUR trata también sobre un amor imposible y sobre esa sensación de tristeza sin consuelo que se apodera de ti cuando piensas que te hubiera gustado ser parte de la vida previa del ser amado; por ejemplo, cuando dices: “Me hubiera gustado haber estado en tu salón cuando estudiabas bachillerato”, o “Me hubiera gustado estar presente cuando estuviste de vacaciones en Cancún”, o “Me hubiera gustado estar en la fiesta de cuando cumpliste los 18”.
¿Qué más me gustó de FUR?: el papel del esposo de Diane Arbus no es manejado de manera maniquea. Es un tipo plano, unidimensional y aburrido, pero no es mala persona. Él desea que Diane crezca como mujer y hasta como artista, sólo que la avalancha de acontecimientos que se le viene luego encima se le sale de las manos.
Qué no me gustó: quizás es una película muy de artistas para artistas. Si es que la llegan a estrenar en cines de Venezuela, será en círculos muy restringidos. Segundo: la música en algunas de las escenas finales es predecible y meliflua.
Dónde conseguirla: la compré en uno de los puestos que está frente al edificio principal del Banco Provincial, más o menos frente al Arturo’s que está cerca de la Cruz Roja en el segmento Este de La Candelaria. Al igual que muchos de los productos de DVD ART MEDIA —la empresa clandestina que está trayendo muy buen cine pirateado al país—, es una copia de un DVD original de origen italiano y óptima calidad de imagen. Y tengo que decir que por lo menos esta vez la subtitulación fue adecuada. Sigan así, muchachos.

22 abril 2007

COSAS QUE UNO VE DE MADRUGADA EN EL CANAL COSMO

Madrugada de insomnio en un hotelucho de la ciudad de Mérida. Como a las 3:00 am, paso los canales y descubro en Cosmopolitan a un chiquilla rubia que aparenta a lo sumo 13 o 14 años de edad, pero cuyo rostro es inconfundiblemente el de Reese Witherspoon. La historia se desarrolla en un escenario rural.
En la película, la rubiecita, de nombre Dani, despierta a sus primeras experiencias como mujercita, y ofrece los adorables labios de criaturita para su primer beso a Court, un granjerito muy apuesto y hábil para los trabajos manuales, aunque de personalidad enrollada. Más adelante, en otra escena, veremos a la rubiecita bañándose en un estanque junto a Court, que está completamente desnudo debajo del agua, lo que se adelanta a una secuencia similar que años después harán la misma Witherspoon y Ryan Philippe en CRUEL INTENTIONS.
Sin embargo, el ingrato granjerito termina empatándose con la hermana mayor de Dani, que está más desarrollada y con la que puede hacer el amor, ya que hubiera sido cinematográficamente inaceptable una escena sexual con la hermanita menor, a pesar de que ésta era cien veces más sensual. El triángulo amoroso es decapitado por la muerte de Court en un trágico acidente.
Según averiguo horas después, la película que pasaron de madrugada en el canal Cosmo se llama THE MAN IN THE MOON y se filmó en 1991, cuando Witherspoon tenía 15 añitos. Me pregunto por qué el Señor se empeña en poner señales pecaminosas de tentación en mi camino, cuando yo en realidad lo que quiero es una vida sin tanto alboroto.

20 abril 2007

DESAGRAVIO A KING KONG (1976)

Cuando Peter Jackson estrenó su tan cacareada KING KONG a finales de 2005, se puso de moda denigrar de la versión cinematográfica que produjo el italiano Dino de Laurentiis en 1976. Suelo defender lo indefendible, debido a mi espíritu de contradicción, pero me siento en el deber de salir en resguardo del honor de la segunda KING KONG, que vi en Venevisión unos años después de su estreno en las salas y que representó una de las películas más impactantes en mi más tierna infancia, junto con las tres Profecías. Hace poco la pasaron de madrugada en el canal de cable Retro.
Hay una escena que nunca detallé de niño, quizás no la entendía o no la asimilaba, pero que es totalmente verídica y la descubrí al volver a ver KING KONG (1976) en 2007: el mono le empieza a rasgar el escote a Jessica Lange con el dedito (perdón, el dedote) para tratar de bajárselo, y le rompe el collar; estoy seguro que el 100% de los espectadores masculinos tuvimos la misma inclinación antes de que el gorila la hiciera efectiva. Como desembocadura de esta secuencia, hay una línea de diálogo posterior en la que el malvado magnate petrolero le alega a Jessica Lange la maldad de King Kong, "porque trató de violarte". Díganme si no hay allí una buena dosis de humor absurdo y sarcástico, raro de encontrar en una película que se supone una superproducción.
Más detalles:
1. Soy un admirador de Naomi Watts, sobre todo por su participación en MULHOLLAND DRIVE de David Lynch, pero a mi juicio Jessica Lange construyó mucho mejor el papel de la chica inconsciente, ligera de ideas, coquetona, indolente, que no está nada clara de que está formando parte de una gran tragedia secular. El personaje de Lange es, además, mucho más sensual.
2. El protagonista masculino, del que me estoy enterando en Imdb.com que se trata de Jeff Bridges, es totalmente atípico en su aspecto físico, incluso en plenos años 70. Parece un integrante del grupo The Doors. Cae más simpático que Adrien Brody y además es un héroe con conciencia ecologista.
3. La recreación de Peter Jackson no deja de ser algo cómoda porque vuelve a los años 30, al igual que la original de 1933. La KING KONG de 1976 al menos se toma la molestia de hacer algún tipo de adaptación a los tiempos que vivimos, mal que bien. El villano es un magnate petrolero, el tipo que ve a la naturaleza como la caja chica que hay que rascar hasta el fondo.
4. La escena de la muerte de Kong me sigue pareciendo sumamente emotiva, porque las armas de 1976 hacen más daño que las armas de los años 30.
5. Finalmente, la KING KONG de 1976 no deja de ser un gran homenaje al World Trade Center, que quizás no era un complejo de edificios muy hermosos, pero sí encerraban un espíritu de monumentalidad optimista.

19 abril 2007

AZUMI (2003) - Ryuhei Kitamura


Japón, en un período histórico perteneciente exclusivamente a la fantasía. El maestro Gessai ha perdido a su hijo en una de tantas guerras intestinas que asolan el territorio nipón. Reclutando a 10 huérfanos —9 varoncitos y una hembrita—, Gessai integra un escuadrón de sicarios adolescentes cuya misión es exterminar a los grandes señores de la guerra y preservar la paz en Japón. De entrada, una de mis escenas favoritas de la película: el maestro Gessai llama a sus 10 guerreros en la pubertad y les dice: "Formen parejas". Ingenuamente, como los pitufos aglomerados alrededor de la Pitufina, casi todos los varoncitos tratan de hacer dúo con Azumi, bellísima y además la mejor combatiente de los 10. Pero luego Gessai les ordena: "Maten a sus compañeros. Para la misión que van a emprender, necesito a seres inhumanos que sean capaz de asesinar a sus hermanos". El equivalente a la graduación del colegio. Los cinco sobrevivientes de los dolorosos combates fratricidas: Azumi, Hyuga, Amagi, Ukiha y Nagara.
Me imagino que no estoy haciendo un gran descubrimiento con AZUMI, que es del año 2003. La conseguí este miércoles 18 de abril en un pequeño local que está al lado del Locatel ubicado en un pasaje que va de la Francisco Solano al boulevard de Sabana Grande. Estoy empepado con el cine asiático, en gran medida gracias a una nueva amiga a quien apodan Juniper Girl. Me imagino que hasta mi sobrinita debe haber visto ya a AZUMI.
Éste es el tipo de película ante la que los críticos convencionales dicen: "Los personajes carecen de profundidad". Probablemente es cierto. AZUMI es lo que los gringos llaman un candy-eye, es decir, un caramelo visual. Como en mi caso ya estoy grandecito y no como caramelos, además sufro de acidez estomacal, entonces debería decir que AZUMI me cayó en los ojos como una buena jarra de agua fría en su justo punto de temperatura. Pienso que las películas que colocan mucho más énfasis en la belleza visual que en la "profundidad" también son importantes; cuando yo era niño e inventaba capítulos de imaginarias series de televisión con mis carritos Matchbox y mis naves espaciales de Lego, supongo que tampoco eran historias profundas. Ahora, ¿quién determina el valor de una propuesta casi exclusivamente visual? Es una buena pregunta. En mi opinión, AZUMI es un producto de una belleza superlativa.
Bijomaru, un convicto afeminado que siempre viste de blanco y lleva una rosa en la mano, me pareció un villano fenomenal (me hubiera gustado un final suyo más trabajado). Quizás a AZUMI le falta más desarrollo en su etapa de desenlace. Pero la película dura casi 2 horas y media y uno no las siente. Desde ya, anuncio que saldré corriendo a buscar AZUMI 2.
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No se puede entender a AZUMI sin esa cultura de la "muñequita" o la lolita cándida tan propia de Japón. Hace unos meses me tocó hacer un reportaje sobre Saaya Irie, una modelo japonesa de 12 años que se volvió un fenómeno nacional e internacional gracias a una talla de sostén desproporcionada para su edad. Llámelo agudo sentido de pedofilia, llámelo infatuación, idealización, estilización, sublimación, convertir a niñas en objetos sexuales, etc. El hecho es que creo que todos los hombres nos enamoramos cuando niños de alguna muñequita de ojos tristes de una comiquita japonesa. Aya Ueto, que tenía 18 años cuando se rodó la película, es la intérprete de Azumi, la guerrerita que se pregunta porqué las estrellas no se ven de día, y al mismo tiempo rebana todos los pescuezos que le pongan enfrente. En la película sufre dos pérdidas de la inocencia: cuando mata a Nachi, el más fuerte de los huérfanos y quizá su pareja natural, por la fatídica orden de Gessai; y cuando sufre un intento de violación. Parece haber cierta insinuación de una orientación lésbica, sobre todo luego de la violación frustrada, aunque esto es una especulación muy forzada del redactor. Más bien es una heroína asexuada, pero hay que ver lo que despierta en los viejos verdes que la observan. Cómo les reseca la garganta la visión de esta carricita tan de porcelana. "Le cuelga la lengua, babea", como dice una canción de Aterciopelados sobre los babosos.
Un pequeño grupo ambulante de artistas circenses cumple la función de mostrar la posibilidad de una vida distinta. "La violencia sólo atrae más violencia", le recuerda una trapecista a Azumi, a quien conmina a abandonar la espada. Es muy conmovedora la escena en la que Azumi juega por una noche a ser una mujercita tradicional que se pinta los labios y se viste de rosadito.

18 abril 2007

THE GRADUATE (1967) - Mike Nichols


Vi por primera vez en mi vida THE GRADUATE este miércoles 18 de abril de 2007 a las 5:00 de la mañana en DVD. Voy a tratar de escribir para quienes nunca la han visto. Es una película sobre ser joven, o mejor dicho, sobre la sensación de ser joven, que no necesariamente es algo divertido. Me llama la atención que el personaje del veinteañero Benjamin (Dustin Hoffman) está siempre solo y desintegrado. No tiene hermanos más o menos de su edad, o compañeros masculinos de parranda, por lo que me identifico mucho con él. Benjamín era la palomita del salón: 20 puntos en todas las materias, atleta destacado, campeón de submarinismo y una serie de vergas que en el presente le representan un bledo. Al principio hay una escena genial en la que Benjamin intenta escapar en vano de todas las estupideces que dicen los familiares y amigos que celebran su genialidad en su fiesta de graduación del college.
THE GRADUATE está muy influida por la corriente filosófica del existencialismo. Las escenas en las que Benjamin tiene puesta la careta de buzo, o cuando está sumergido en la piscina de su casa, plasman su sensación de extrañamiento con respecto a lo que le rodea, de manera similar al libro EL EXTRANJERO de Camus. Benjamin ve desfilar lo que sucede delante de sus ojos, como un tercero espectador de su propia vida. La película comienza con la sugerente imagen de Benjamin siendo transportado por la cinta horizontal de un aeropuerto: Benjamin se deja llevar. Vive a la deriva, como él mismo —el ex alumno prodigio sobre el que todos depositan las más grandes expectativas de éxito profesional y familiar— lo subraya. En la primera etapa del filme de Mike Nichols, Benjamin se ve arrastrado a una relación con una mujer casada, la señora Robinson (Anne Bancroft, ¡qué sexy se ve en ropa interior y con falda de cebra!), prácticamente sin que intervenga su voluntad. Ésta es su verdadera graduación, no las pendejadas que aprendió en la universidad.
Posteriormente llega de viaje Elaine, la hija de la señora Robinson. Ni siquiera uno queda totalmente convencido de que lo que siente Benjamin por Elaine sea verdaderamente amor; en todo caso, con Elaine puede comerse unas papitas fritas, mientras que su relación con la señora Robinson está restringida exclusivamente al sexo, es un enlace meramente instrumental. La decisión de Benjamin de ir a buscar a Elaine en Berkeley tiene mucho de azaroso, de dejarse llevar, y por eso esta película es tan grande, porque refleja lo que es la vida de verdad, todo el elemento de azar y de duda que contiene, y cómo la vida a veces te arrastra sin que tú juegues un pito.
La escena final me hizo reír a carcajadas, pero al mismo tiempo, te provoca unas enormes ganas de llorar, quizás por la canción “The sound of silence” de Simon & Garfunkel, pero también porque uno en el fondo sabe que no es un final feliz. Benjamin ha tomado aparentemente las riendas de su propia vida, ya no es transportado en una cinta mecánica, pero ese fin de una etapa también tiene mucho de trágico y doloroso. Todos sabemos que lo que le viene a Benjamin es jodidísimo y eneas con burundanga: al tomar el toro por los cachos, ha adquirido al mismo tiempo una responsabilidad. Seguramente tendrá que trabajar en un horario de oficina para mantener a su mujer, quizás su relación con Elaine tampoco será demasiado duradera. Como dice una amiga, la vida es un ratico, y es recomendable ver THE GRADUATE antes de que ese ratico se acabe.

17 abril 2007

GENTE QUE TIRA

Do you love your guns?
(Marilyn Manson, "The Love Song")
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El autor del blog se ha lanzado desde el pasado sábado 14 de abril con un maratón de tiradores que al final terminó el martes 17, debido a sus frecuentes ataques de somnolencia que cada vez más le hacen parecerse a River Phoenix en MY OWN PRIVATE IDAHO.
El asunto comenzó el sábado en El Hatillo con SHOOTER (2007), película dirigida por Antoine Fuqua (TRAINING DAY) y protagonizada por Mark Wahlberg, que despertó en este redactor un notable morbo por su título en español, TIRADOR, que le causó no poca vergüenza a la hora de comprar los boletos en la taquilla.
SHOOTER puede ser definida como "acción progre", algo que se sospecha desde que aparece en la pantalla nuestro querido Danny Glover, ariete bolivariano en Hollywood, quien todavía nos debe un regreso a Chavezlandia para que protagonice la esperada versión fílmica de Andresote, el héroe pre-independentista yaracuyano.
El mensaje es más o menos que todo el poder político de Estados Unidos está podrido desde la Casa Blanca para abajo y que no queda otra solución que caerle a plomazo limpio a los que mandan. "Deberían poner a un matón de presidente, al menos unos años", sugiere el francotirador Bob Lee Swagger (Wahlberg), un patriota rajado que lee libros sobre el 11-S. Por culpa de un senador nada honorable que mata a civiles en el Tercer Mundo para hacer negocio, Swagger termina siendo acusado injustamente de magnicidio, algo que seguro también le ocurriría en Venezuela. Tengo que reconocer que SHOOTER no es tan predecible como creí en un principio, pero igual es un producto totalmente prescindible y que, poniéndose un disfraz de izquierda, termina siendo más derechista y retrógrado que el carajo aquel que leía el decreto de Carmona Estanga, con todo y sus referencias a las torturas de Abu Ghraib.
En el reparto figura Rhona Mitra, una beldad inglesa que alguna vez fue candidata para encarnar a Lara Croft en la gran pantalla, pero luego se le atravesó la Jolie.
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Por curiosidad, para saber si una cosa tenía que ver con la otra, conseguí el domingo en DVD la película THE DEER HUNTER (1978), o EL FRANCOTIRADOR, de Michael Cimino, que arrasó con el premio Oscar en 1979. Protagoniza Robert de Niro. La única relación entre ambos filmes es que en los dos las mujeres son entes generalmente pasivos y de relleno, y que en las dos queda claro que, para tener buena puntería, hay que ser un macho de pelo en pecho que nunca debe asomar una sonrisa.
Nota posterior: en ambas películas, el Macho Alfa protagonista se termina acostando con la mujer de un alto pana, pero sin la intención rata de montar cacho.
THE DEER HUNTER es considerada un clásico sobre Vietnam y sobre las huellas que deja la guerra. Quizás deba volverla a repasar con más calma, pero a mí THE DEER HUNTER me pareció una película muy difícil de mamar y que ha perdido mucha vigencia con el paso de los años. Voy a tratar de resumir más o menos lo que vi en tres horas y cinco minutos: una escena larguísima de boda en un pueblo de emigrantes rusos de Pensylvania; una pandillita de amigos ultra-machistas que salen a cazar unos pobres venaditos indefensos, y que lo único que hacen es decir la expresión coloquial "¡Fucking A!" como 30 veces en cada escena.
Algunos de los amigos terminan peleando en la guerra de Vietnam, donde De Niro se convierte en Rambo y salva de manera milagrosa a dos panas. Sin embargo, uno de los panas del pueblo de Pensylvania, interpretado por Christopher Walken (qué rostro tan andrógino en su juventud), para en loco y se hace adicto al juego de la ruleta rusa, que en Vietnam, según esta película, es un juego de azar tan popular como el 5 y 6. De Niro vuelve a Estados Unidos y se acuesta con Meryl Streep, mujer ajena, pero luego regresa a Vietnam para buscar a Christopher Walken. Todo esto aderezado con el leit motiv sonoro de un tema principal digno de nuestro guitarrista Alirio Díaz.
El único momento en que sentí que THE DEER HUNTER agarraba vuelo fue cuando el primer retorno de De Niro desde Vietnam. La película adquiere calidez y densidad, pero no me convence nada lo que sucede luego. Repito, quizás deba repasarla con otro estado de ánimo para entender por qué a Cimino se le considera un maestro, a pesar de que prácticamente no ha hecho más nada que medio llame la atención.

15 abril 2007

JOSÉ LUIS RODRÍGUEZ EN "MEET THE ROBINSONS"

El sábado a las 2:00 pm en el Paseo El Hatillo, para hacer tiempo, me metí a ver MEET THE ROBINSONS (LA FAMILIA DEL FUTURO), una cinta de animación computarizada de Disney (muy atrás con respecto a las películas de Píxar), cuyo argumento es una mezcla de Ciro Peraloca con Anita la huerfanita, Volver al Futuro, Terminator y Star Wars. Hacia la mitad de la función, en un momento cuando estaba sumamente distraído e ido de la trama, pegué un salto en mi asiento al ver un par de veces, como una especie de publicidad subliminal en la pantalla, el rostro de nuestro José Luis Rodríguez, el Puma.
No aguanté la curiosidad y al salir compré la película en DVD pirata. Y lo confirmé. La prueba es la imagen que ven arriba, robada con el capturador de fotogramas de mi computadora: José Luis Rodríguez es mencionado por el personaje de Wilbur para darle una falsa idea a Lewis, el niño nerd del corte punk platinado, de cómo es el rostro de su padre (que en realidad es el propio Lewis adulto). El chiste debe venir por lo del copete del Puma, tomando en cuenta la apariencia de Wilbur. Me pregunto si esta imagen del Puma aparece también en la versión estadounidense de MEET THE ROBINSONS. Habrá que esperar a que llegue el DVD oficial.

OTRAS MÁS DE 2046




ALGUNAS IMÁGENES DE 2046






14 abril 2007

¿A QUIÉN SE LE OCURRE?


Acaban de estrenar en las salas venezolanas una película con Mark Wahlberg cuyo título pueden ver en la imagen... ¿Ustedes se pueden imaginar la jodedera que se va a armar frente a cada una de las taquillas de los cines? Trataré de verla este mismo sábado para aportarles mi comentario, aunqu confieso que me da mucha pena decirle a la chama de los tickets: "Mi vida, dame una para..."

09 abril 2007

3EPKAлO (EL ESPEJO) (1975) - Andrei Tarkovsky

Andrei Tarkovsky (1932-1986) es quizás el cineasta que mejor ha filmado los sueños y los recuerdos de la infancia. No es un autor nada fácil de ver, y confieso que con suma frecuencia pulsaba la tecla de display del control remoto del DVD para saber cuántos minutos faltaban para el final.
Sin embargo, sus escenas oníricas y sus recuerdos idealizados te lanzan contra el suelo, te conmueven hondamente, hasta las lágrimas, y dejan en pañales a cualquier director contemporáneo de videoclips. ¿Quién ha filmado, por ejemplo, cómo se reduce la huella grasosa que dejó nuestra piel en una superficie? ¿Quién ha filmado la leche derramándose? ¿Quién ha filmado un incendio como el de EL ESPEJO, predecesor del videoclip "When you're gone" de Cranberries? ¿Quién ha filmado una hoja de árbol conservada dentro de un libro? ¿Quién ha filmado el lenguaje de las plantas y los árboles?
EL ESPEJO es, antes que nada, la madre. Mamá. Un grito sin consuelo: ¡Mamá! La maternidad llevada a una dimensión cósmica (una noción, por otra parte, profundamente propia del alma rusa). El dolor infinito de dejar atrás aquellos años en que éramos cachorros indefensos de mamá. El cine de Tarkovsky es el intento desesperado y siempre vano de rescatar la memoria de la infancia perdida.
EL ESPEJO toca una enorme cantidad de otros aspectos. Voy a tratar de englobar algunos:
1. La posición de Rusia con respecto a la Europa Occidental; ese sentimiento típicamente ruso de que ellos fueron los salvadores de la cultura europea en no pocas instancias históricas (invasiones mogoles, avance nazi, etc), pero que esto no es apreciado ni valorado por los europeos; pertenencia y exclusión a la cristiandad. La rusa es una cristiandad que se tuvo que adaptar a las circunstancias, pero cristiandad al fin.
2. El paso inexorable a la vejez.
3. La herencia ineludible de la familia y de las generaciones que nos precedieron.
4. El apresuramiento de la vida cotidiana y la importancia de volver a escuchar el ritmo y el lenguaje de la naturaleza.
5. El absurdo de la guerra.
6. La androginia de todo artista. Entiendo que EL ESPEJO es una autobiografía de Tarkovsky. La película se narra desde la perspectiva de un artista adulto que nunca es mostrado en cámara, aunque en su casa hay un afiche de ANDREI RUBILOV, cinta anterior de Tarkovsky. EL ESPEJO puede ser vista como la historia de un hombre criado entre mujeres, sin padre, bajo el peso aplastador de lo materno: un futuro artista condenado a la sensibilidad, el aislamiento y también a la pasividad y cierto talante tiránico en las relaciones personales; sin relación con el mundo masculino y las guerras que se hacen por iniciativa de los hombres. En EL ESPEJO se hacen constantes referencias a las pinturas de Leonardo Da Vinci y a sus figuras andróginas.
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EL ESPEJO es Margarita Terejhova, una actriz que ríe y llora al mismo tiempo. Risa y llanto, dos caras de la misma desolación. También es los poemas de Arseni Tarkovsky, hermano (supongo) del cineasta: "Mi vida por un rincón de lumbre y bondad (...) El destino nos siguió cual loco con una navaja". Para algunas escenas, no tengo explicación posible, ejemplos: 1. La secuencia de una sesión de hipnosis en un programa de TV con la que comienza la película; 2. Las referencias a Mao Tse Tung.

07 abril 2007

MACU (1987) - Solveig Hoogesteijn

Este Viernes Santo, a las 6:30 pm en la Cinemateca Nacional (GAN), volví a ver MACU. Aunque pueda parecer sorprendente por la hora y el día, la sala estaba llena en un 80%. Todos son unos héroes. Hay que tener bolas para salir a las 8:30 pm por la Plaza de los Museos, incluso con vigilancia de la GN.
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Aunque en el Imdb.com le ponen votación de 4,7 puntos sobre 10 (últimamente trato de eludir con la mirada esa puntuación), viéndola con óptica de adulto, a mí me gusta MACU. Claro, a la directora le faltó un poquito más de vuelo personal, pero la película es redonda en cuanto a exponer causas y consecuencias. Un personaje crucial es la abuela de María Inmaculada "Macu", que sirve de alcahueta a la relación de la niña y el policía pederasta: ella simboliza la antigüedad de un matriarcado no poco irresponsable. La pederastia está todo el tiempo en el aire en esta película.
Por otra parte, el casting es intachable. Daniel Alvarado es, en físico y actitud, el más perfecto arquetipo del polícía venezolano que pueda concebirse. No hay nada más parecido a un policía venezolano que un árbitro de fútbol venezolano. Recuerdo un rap del grupo Cuarto Poder sobre la policía con un verso que dice: "Cambiaste pala por pistola, cambiaste machete por balas".
En cuanto a María Luisa Mosquera, un prodigio de belleza tropical (Dios mío, qué topless angelical) y al mismo tiempo la clásica bichita yo-no-fui de barrio. ¿Cómo se vestiría Macu si la película se rodara hoy, 20 años después? Quizás no usaría vestiditos de florecitas azules, pero igual su ropa de entonces no luce demasiado distinta a lo que se ve ahora por estas calles.
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Al final de la película, en los créditos finales, vi algo que me hizo sentir arrechera hacia mí mismo: Danielita Alvarado es la hijita de Macu, y yo no me había dado cuenta. Soy fan de Daniela Alvarado desde un punto de vista muy físico y quisiera tener UNA ABUELA VIRGEN en DVD.
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Frase para la posteridad: "Suspendido el juego por lluvia" (Frank "Big Mouth" Spano cuando llega el policía Ismael y se interrumpe la caimanera de pelotica en el barrio). ¿Chico, dónde andará "Big Mouth" Spano? Aunque le agarré una arrechera visceral e irracional porque le daba clases de teatro a una chama por la que yo estaba empepado solo, es un actor de ésos que jamás olvidas por lo peculiares que son.
¿Quién es el actor que interpreta a El Willy? No lo sé, pero otra frase memorable es aquella al final de "Vámonos pa' Brasil, a gozá" que le dice a Macu con lascivia.
"Quítate los lentes, que tienes unos ojos muy bonitos" (Daniel Alvarado a una periodista horrible de TV con uno de esos anteojos old fashion que se parecen a los del Intrépido Volador).
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Detalles antropológicos para los nostálgicos: un carrito de helados de EFE; la moda del juego de perinola; la salsa-balada al estilo "Divina mujer" en la escena de sexo de Macu con Simón (Spano); afiches de Menudo en el cuarto de Macu; un tarro de café Fama de América; la clásica fiesta clase media baja con el piano-merengue de Damirón: "Si quieres gozar, reír y cantar"... Las mujeres de cualquier edad que se contonean para ver quién cae...

06 abril 2007

LIFE OF BRIAN (1979) - Terry Jones

Si el actual gobierno venezolano fuera realmente progresista y de izquierda, aprobaría el matrimonio homosexual y el aborto. Y en vez de organizar viacrucis pendejos como el que acabo de ver en las escalinatas del Calvario, transmitiría por VTV este Viernes Santo a las 3:00 pm, la supuesta Hora Nona de la expiración de Cristo, el filme LIFE OF BRIAN, el clásico de los comediantes británicos del colectivo Monty Python e implacable sátira de las peliculitas religiosas con las que nos martirizan cada Semana Santa.
¿Saben por qué no pasan LIFE OF BRIAN en Venezolana de Televisión, además de por pacatería pendeja? Porque a pesar de su empaque de comedia absurda, desnuda las profundas divisiones que suelen fragmentar a los partidos de izquierda. Ejemplo: las facciones rivales del Frente Judío Popular y el Frente Popular de Judea, que supuestamente deberían unirse en la lucha anti-imperialista, sienten mayor odio entre sí mismas que hacia los romanos.
Tampoco deja de ser irónico que los izquierdistas que habitualmente se quejan de todo tengan que terminar reconociendo lo que dejaron los romanos en Palestina: alcantarillado, acueductos, mayor seguridad en las calles, escuelas, baños públicos, etc. ¿No les hace pensar en la demagogia de cierto gobierno que, 8 años después de instalado en el poder, aún le echa la culpa de todo a los adecos y que propugna siempre que no hubo nada de nada rescatable entre 1958 y 1998?
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Si quieren tener una copia gratuita en DVD de este brillantísimo clásico del Monty Python y del humor occidental en general —la vida de Brian Cohen, un don nadie contemporáneo de Jesucristo que se convierte en el mesías alternativo para los judíos de clase pensante—, escríbame a alexiscorreia@gmail.com o haga un comentario en el blog. Eso sí, deberá recomendar esta página a 10 conocidos.
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"¡Por fin está pasando algo!"
(Judith, amante de Brian)

2046 (2004) - Wong Kar Wai


“El amor es cuestión de coordinación. Puedes conocer a la persona correcta, pero de nada sirve si no ocurre en el momento correcto”
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Con semejante título, 2046, pareciera que se nos vende una superproducción futurista. Pero resulta que 2046 no es más que un cuarto de hotel, de la misma noble entidad que aquel 303 de Bonny Cepeda. Hoteles como aquel de Condorito, donde dos se van y tres llegan. Todos en tránsito, como en la vida.
Y sí: en este Tratado sobre el Desencuentro Amoroso hay futurismo, pero más bien es un futurismo de estética retro a lo Barbarella. Y en ese futuro, lo que la gente quiere es recuperar sus recuerdos: el mismo ejercicio que hace Wong Kar Wai con esta película sobre las memorias de un periodista-escritor de Hong Kong en los años 60. Y el mismo ejercicio que hago yo al escribir con impaciencia de 2046, antes de que se me olvide lo más esencial, unas horas después de verla dos veces (1:20 pm y 3:50 pm) este Jueves Santo en primera fila en la sala 1 del Centro Plaza.
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Hay críticos de cine apocalípticos que sostienen que han muerto los autores. Hace poco leí un comentario por el estilo en una columna compartida que se publica en el diario que más circula en el país. La misma gente que sostiene que todo lo pasado era una maravilla y que ahora todo es Hollywood y cotufita. Bueno, amigos críticos, aquí tienen a Wong Kar Wai, este maniático de la música latinoamericana de despecho, que está construyendo con su cine un imaginario personalísimo. No es que sea el autor por quien me corto las venas, pero uno sabe que Wong Kar Wai es el tipo de cineasta del que mucho se hablará en las décadas que vendrán.
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Pocas mujeres usan hoy tacones medianos o altos, y las entiendo, porque debe ser incomodísimo. Son los tiempos de las cholitas bajitas pata en el suelo, de las zapatillas de bailarina de ballet y de los zapaticos de goma. Pero 2046 es un homenaje a la mujer, y sobre todo esa mujer de la vieja guardia que usa tacones, que se pinta los labios de rojo —a los que luego veremos chorreados tras un beso— y que llora por un hombre que no es uno. 2046 es mujeres que lloran. Lágrimas por amantes en la lejanía, con la vista en un punto perdido. Hay dos tipos de frases que se repiten toda la película en distintas situaciones:

1) “Quédate conmigo” o “Ven conmigo”, petición condenada de antemano a recibir una negativa que ni siquiera necesita ser expresada.

2) "Duró poco”; “Ojalá hubiera durado más”, etc.., 2046 es la tragedia de la precariedad del tiempo, de cómo el tiempo se nos va como arena de las manos, de cómo no podemos aprehender lo memorable en nuestras existencias. Sólo queda vivir. Y recordar.
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Hay algo de fetichismo en 2046. No puedo dejar de pensar en esos primeros planos de delicadísimos pies femeninos con las uñas pintadas de rojo oscuro. Amigo Wong Kar Wai, usted se parece mucho a mí. Hay fetichismo, deleite y a amor infinito a lo femenino en esos pies tan cuidaditos, en esos corsets armados y apretujados, en esos vestidos de tela metalizada, en esa maravillosa diversidad y colorido del vestuario de las mujeres.
Chow (Tony Leung), a partir de sus vivencias personales sublimadas, escribe un libro sobre un futuro siglo XXI donde no todas las penurias estarán resueltas. Al contrario, en el año 2046, los hombres estarán desesperados por recuperar sus recuerdos (“Los recuerdos son huellas de lágrimas”...). Se han creado prostitutas androides a la medida del cliente (quizás un homenaje a BLADE RUNNER), pero estas muñecas de cutis blanquísimos y tacones altos, lejos de ser la fantasía perfecta de todo hombre, más bien rompen el corazón. Ellas tampoco están pensando en uno cuando lloran.
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Hay detalles de 2046 que me afectaron mucho en lo personal.
1) Una escena en la que Chow hurga y activa la memoria de Lulú (¿Mimí?), una amante del pasado que ya no se acuerda de él. Cuántas veces me ha pasado algo similar, cuando conozco carajitas en los chats y luego me las encuentro meses después en el MSN Messenger, con la pregunta de siempre: “¿quién eres tú?”. Entonces me toca sorprenderlas diciéndoles donde trabajaron, cuáles son sus perfumes favoritos, su fecha de cumpleaños, su apodo… Y es que uno no deja en la gente el impacto que la gente deja en uno. ¿O será que uno tiene mucha memoria?
2) Una secuencia de la narración futurista: un forzudo tatuado le hace el amor violentamente a una de las prostitutas androides. En el techo, a través de una rendija, un muchacho japonés que se ha enamorado de ella la observa y derrama una lágrima que cae haciendo ángulo recto con su rostro. Una secuencia que resume 100 años de desamor.
3) Chow revela que 1224 y 1225, dos sitios enigmáticos de los que se habla en su novela futurista, son en realidad el 24 de diciembre y el Año Nuevo. “En esos días la gente necesita un poco de calor”, recuerda Chow. Yo también pienso que la vida no es más que una constante espera del mes de diciembre. Y esto no tiene nada que ver con el asco que uno pueda sentir por todo el empaque que rodea la Navidad. En el fondo, si diciembre no existiera, lo inventaríamos.
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2046 es uso genial de los carteles de intertítulos: inolvidable aquello de “1 hora después, “10 horas después”, “1000 horas después”.
Por si fuera poco, 2046 se permite una sátira acerca de la evolución contemporánea del periodismo. Dice Chow: “Ya no soy periodista, ahora me nombraron asesor. Gano la mitad del sueldo y sin nada que hacer”.
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"El amor no acepta sustitutos"

04 abril 2007

INVISIBLE WAVES (2006) - Pen-Ek Ratanaruang


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Descubrí esta pequeña obra maestra en un puestico con toldo que está en la esquina de Socorro, avenida Fuerzas Armadas; también tenían allí RAGING BULL de Scorsese. Pensaba que era una película asiática de acción hongkonesca del montón, pero lo que me llamó la atención es que en la carátula decía: "Selección oficial Festival de Berlín 2006". Pen-Ek Ratanaruang no es de Madagascar, pese a su nombrecito, sino de Tailandia, y al parecer es un director bastante laureado, aunque desconozco su trayectoria. Le noto algunas influencias de David Lynch, sobre todo a través del personaje del kareokero Lizard (Ken Mitsuishi).

Antes que nada, debo decir que INVISIBLE WAVES es un film noir que oculta las escenas de violencia y un film noir sin una gota de sangre, con la única excepción de una imagen sin explicación (aparente) de una pecera manchada. También hay que indicar que INVISIBLE WAVES es un producto de una suerte de globalización del Lejano Oriente, pues sus protagonistas son japoneses, pero la acción se desarrolla en Hong Kong y Phuket, la Margarita de Tailandia.

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Me encantan las películas que se toma toda la pausa que se les antoja en los detalles aparentemente intrascendentes. INVISIBLE WAVES es una de ellas. Aunque es una historia de sicariato, por momentos parece una EL OLOR DE LA PAPAYA VERDE posmodernista. La banda sonora de Hualampong Ridding aporta apenas unas notas aisladas y algún bandonéón, pero hay que ver cómo estos sonidos tan simples y repetitivos impregnan a la película de una melancolía militante.

Kyoji Hamamura (Tadanobu Asano), un cocinero japonés muy pavo con colita de caballo y zapatos con trenzas blancas, envenena por encargo a su amante y luego parte a enconcharse una temporada en Phuket; el crucero que toma en Hong Kong con destino a Tailandia es impresionantemente parecido al ferry viejo de Margarita, lo único que le falta son los chinchorros. Desde que se monta en el barco, Kyoji —con la torpeza de todo turista que llega a una habitación ajena— es víctima de unas plagas de Egipto en principio inocentes, pero en realidad contaminadas por una sombra perversa que le persigue en su inútil escapatoria: cortes de luz, recepcionistas tarados, ladillas ex amigos de la infancia, lavamanos de chorros incontrolables, una cama que se cierra como una trampa de ratones.

También aparece un monje muy similar físicamente a Joselo, que paradójicamente es un intermediario de la mafia. Y es que INVISIBLE WAVES, entre muchas otras cosas, es una hemorragia de ironía que nunca se detiene. Kyoji, el mismo hombre que presencia impasible la agonía de su amante como si fuera una cucaracha, nos es mostrado también como el tipo que oye CD de jazz mientras hace el amor; el que pide leche en los bares; el tío putativo que carga a un bebé en brazos y baila pegado de manera amorosa con su nueva amiga Noi (Kang Hye-Jeong, una preciosidad surcoreana); el que saborea una barquilla de chocolate antes de enfrentar su inexorable destino; el que apunta con una pistola mientras con la otra mano bate la sopa.

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INVISIBLE WAVES es también un estudio sobre la personalidad del introvertido e inexpresivo Kyoji: el fantasma viviente, el joven sin arraigo, patria ni familia; el tipo que no tiene televisión porque "ya sabe lo que ocurre en el mundo". Una de las primeras escenas lo muestra cerrando una reja detrás de sí, quizás un símbolo de la manera en que oculta sus emociones. El empeño de enviar una postal a su conserje María, así como la ternura con la que intenta echar raíces con su amiga Noi y su bebé Nid, asoman unos afectos incipientes que quieren salir desesperadamente de tanto ensimismamiento endurecedor. Creo que una escena clave es la conversación —pequeños tiburones en una pecera como telón de fondo— que sostiene Kyoji con un indiscreto barman japonés en el ferry a Phuket, perdón, el crucero. "La leche es muy inocente para alguien como usted", le dice el barman que asume su trabajo como una penitencia por sus pecados del pasado y que siente que el mar le está juzgando todo el tiempo.

INVISIBLE WAVES es el canto de pajaritos mientras una mancha se extiende en el mar. Es paredes rugosas, es escalinatas de un callejón sin salida, es tapones de oídos, es un bolero bailado sin música, es la cara de un bebé, es un hotel tan laberíntico como un matadero donde me quedé una vez en un viaje de trabajo en Maracaibo. Les debo el nombre.

03 abril 2007

LA CASA DE AGUA (1984) - Jacobo Penzo

“¡Yo soy la sequía!”
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Desconozco todo acerca de la poesía venezolana e ignoro el peso del sucrense Cruz Salmerón dentro de ella. Apenas sé de él los versos de Alí Primera: “La canción de Salmerón / El que su vida cambió / Por un día de lluvia, porque su pueblo moría de sol”. Visité otra vez LA CASA DE AGUA, que ya había conocido en Betamax en los años 90. Considerada una de las mejores películas venezolanas de todos los tiempos, su poderío está 100% intacto 23 años después, a pesar de que no es nada sencillo digerir la crudeza del formato (copia de VHS muy rosqueado a DVD) y el tono declamatorio —totalmente justificado— de sus diálogos.
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¡Oh!, sorpresa para mí: el guión es de Tomás Eloy Martínez, algo de lo que no me enteré hasta este marzo de 2007, y quizás por eso anoté tantas líneas memorables en mi cuadernito de notas. “A las malas caras hay que ponerles buen tiempo” (Cruz adulto). “Tan chiquito y habla como viejo (padre de Cruz); “No soy viejo, viejas son las cosas que pasan” (Cruz niño). “Tú no eres tú, eres Manicuare” (Elba Escobar como Ana Dolores Ramos; como en toda película criolla que se precie, sus dos lindos duraznitos beben el aire libre). “Sólo tengo vida, y con eso quieren que me consuele” (el leproso desahuciado amigo de Cruz).
A través de un Franklin Virgüez intemporal, renegado y solo contra el mundo, Jacobo Penzo construye un héroe existencialista de piel cobriza que renuncia a la bohemia del poeta —porque “escribir la vida es más importante que escribir poesía”, dice— y pudre su hermosura juvenil en la militancia antigomecista. “Dios no tiene cara, cuellos, ojos ni manos; Dios tiene lepra y no se lo ha dicho a nadie”, sentencia quien ha sido abandonado por lo divino para acometer el aquí y ahora de una vida salada. La expresión “casa de agua” va adquiriendo distintos significados a medida que la película toma cuerpo: es el útero materno, es una vida llena de apariencias de cartón pintado, es la tortura en la cárcel, es el alivio contra la lepra y es la lluvia que se olvidó de Manicuare, el caserío-poeta.
Desconozco el nombre del actor que hace a Rafael José, el poeta amigo del Cruz universitario en Caracas, pero me cautivan sus facciones de cantante tanguero. Ambos son los opuestos que se complementan: Rafael, taciturno y formalista; Cruz, el vitalista empecinado que le advierte: “¿Qué perdemos con vivir, si ya todo está jugado?”.
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Sin embargo, sería un gran error concluir que los méritos de LA CASA DE AGUA se limitan a los diálogos, pues hay en ella mucho cine del bueno. Ejemplo: el montaje muy a lo Eisenstein que superpone la persecución de los esbirros a Chuíto León con las imágenes de los salineros que pican el suelo en su Siberia ártica de sol y cloruro de sodio (la escena había comenzado con un guiño al western). Chuíto y su compañero cuasi crucificados bajo el sol sucrense. Un quejido orgásmico de Ana Dolores que se funde con un sollozo de Consuelo (Alicia Plaza). La escena de Cruz enseñando a los presos a leer, que termina con una representación de desolador travestismo carcelario. En el momento en que Chuíto muere a machetazos, el montaje muestra cómo su madre (Hilda Vera) siente el dolor en el vientre. Cuando Ana Dolores recita un poema del censurado Rufino Blanco Fombona, las intrigas del público son deformadas con efectos de sonido. La música de Juan Carlos Núñez hace todavía mucho más sublime lo que ya lo es.
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Nunca he sido fanático de Hilda Vera, que Dios la guarde en su gloria. En LA CASA DE AGUA la siento poco natural. Doris Wells está más sobria y acertada en un papel pasivo por definición (Asunción León Costa). Yo hubiera eliminado la breve escena de Henry Zakka, y hubiera elegido a otra actriz en lugar de Alicia Plaza, aunque igual su papel no requería muchas luces. No entiendo del todo por qué Asunción y la mamá de Cruz sienten tanta animadversión hacia Ana Dolores, supongo que es por su contribución a que Cruz dejara a un lado una vida más apacible, aunque igual ella había intercedido para que lo sacaran de la cárcel. Amy Courvoisier, doctor de acento extranjero con una escena muy sentida. El crítico cinematográfico Rodolfo Izaguirre hace un cameo como sacerdote.